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lunes, 30 de junio de 2014

Mundos perdidos y utopías: reencuentros con el pasado y el futuro


Es otro de esos arquetipos temáticos utilizados en multitud de narraciones y películas. La historia comienza cuando uno o más viajeros descubren un mundo fantástico dentro del nuestro, no entrando a través de un portal mágico, sino atravesando la distancia que nos separa de ese lugar que hasta ahora estaba oculto ante nuestros ojos por una elevada cordillera, aislado en una isla ignota o sumergido en el fondo del mar, o quizás situado en otro planeta...

Atlántida, el reino sumergido


La primera leyenda conocida de un mundo físicamente localizado junto a nosotros, pero con un nivel de avance muy diferente, es la historia del continente perdido de la Atlántida: una civilización mítica que supuestamente habría alcanzado un nivel técnico muy superior al de sus contemporáneos, y luego se habría hundido en el mar debido a algún tipo de desastre.



Tal como aparece recogida por Platón, quien da una descripción muy detallada de la metrópolis atlante, y citando a Wikipedia, Atlántida sería "una potencia marítima que 9000 años antes de la época del legislador ateniense Solón habría conquistado gran parte de Europa y el norte de África, siendo sólo detenida por una hipotética Atenas prehelénica, después de lo cual habría desaparecido en el mar a causa de un violento terremoto y de un gran diluvio, «en un solo día y una noche terribles».




La descripción de los textos de Platón y el hecho de que en ellos parece narrase una historia verdadera, ha llevado a que, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, durante el Romanticismo, se hayan propuesto numerosas conjeturas sobre la existencia y real ubicación de la isla. No obstante, hoy se sabe que el relato presenta anacronismos y datos imposibles, lo que descartaría su verosimilitud literal. Con todo, se admite la posibilidad de que el mito haya sido inspirado en un fondo de realidad histórica vinculado a alguna catástrofe natural."



Hay todo tipo de hipótesis sobre la naturaleza, localización geográfica y destrucción de la Atlántida; identificándola con los iberos en un extremo y con una civilización alienígena por el otro.
 


Lo cierto es que la leyenda de los Atlantes ha tenido gran influencia en la cultura occidental. Así, en la mitología previa al Señor de los Anillos, J. R. R. Tolkien da el nombre de Atalantë («La Sepultada» en quenya, equivalente a Akallabêth en adunaico) a la isla de Númenor, un continente-isla con una civilización superior a la Tierra Media. Sus gobernantes son corrompidos por Sauron y como consecuencia todo el continente es destruido por los dioses a la manera de la Atlántida.







La idea de encontrar los restos de la Atlántida, bien sumergida o aún a flote, ha servido de tema para numerosos libros y películas.

Por ejemplo, en "El continente perdido" de 1961, George Pal (quien dirigió también La Guerra de los Mundos y La Máquina del Tiempo basadas en las historias de H.G.Wells) cuenta la historia de Demetrio, joven pescador de la antigua Grecia, que se pierde en el mar y llega hasta las costas de la isla de Atlántida.


En "La ciudad de oro del Capitán Nemo" (Captain Nemo and the Underwater City, 1969), de James Hill, con inspiración en el personaje del Capitán Nemo de Julio Verne, el famoso explorador de ficción encuentra una civilización sumergida con muchas de las características utópicas atribuidas a la Atlántida.



Más moderna es la película de Disney "Atlantis: El imperio perdido" (Atlantis: The Lost Empire, 2001), en la que un joven científico, ayudado por un equipo de exploradores, busca la Atlántida.


En el género fantástico reciente aparece también el tema del reencuentro con la Atlántida, por el ejemplo en la saga de Thomas Greanias:



En Atlántida (2010), del autor español Javier Negrete, tras una serie de erupciones de los llamados 'supervolcanes', los protagonistas sitúan el continente perdido en el archipiélago de Santorini, al norte de la isla de Creta.


Y por supuesto hay una larga serie de títulos dedicados a la especulación más o menos fantasiosa, o la simple ficción, inspirada por la mítica civilización perdida:






Tierras olvidadas por el tiempo


Julio Verne, el maestro francés de la anticipación y la fantasía, utilizó varias veces el concepto de una tierra misteriosa descubierta por viajeros envueltos en una extraña odisea.


Este tema es parte esencial de la trama de Viaje al Centro de la Tierra (1864), donde los viajeros encuentran todo un ecosistema subterráneo (océano incluido). Una multitud de especies animales y vegetales que ya están extintas en la superficie, sobreviven aquí gracias a un efecto de iluminación producida por electricidad natural. Esta fauna incluye dinosaurios marinos y voladores, que hacen su primera aparición estelar en la historia de la literatura de fantasía.



En La Isla Misteriosa (1875) los viajeros deben reconstruir en el mundo perdido su propia civilización a partir de la nada, mientras son vigilados y ocasionalmente ayudados por una presencia misteriosa.


En 1912 Arthur Conan Doyle (famoso por sus historias de Sherlock Holmes) publica "El Mundo Perdido", sobre una expedición a una meseta sudamericana donde aún sobreviven animales prehistóricos (basada en el monte Roraima de la selva amazónica venezolana, que también inspiró la película Up).



Aunque la presencia de los dinosaurios en la novela de Conan Doyle es bastante breve, se convirtió en su elemento más popular y en la base de infinidad de adaptaciones e inspiraciones cinematográficas.




 
Michael Crichton, autor literario de la saga de Jurassic Park, reconoció su deuda con Conan Doyle poniendo el mismo título a la segunda parte de su serie, que Spielberg respetó en la versión cinematográfica. Efectivamente, en esta segunda parte los viajeros llegan desde fuera a una isla en la que los dinosaurios han estado reproduciéndose libremente, y donde encuentran nuevas especies que no habían sido aún trasplantadas al Parque.


La influencia de "El Mundo Perdido" de Conan Doyle es evidente en la historia de King Kong desde su encarnación original en 1933. Los expedicionarios llegan a la Isla Calavera, donde como siempre se encuentran con animales, plantas y hombres prehistóricos. El propio King Kong se enfrenta, en todas las versiones de la película, a sus convecinos los dinosaurios.






En esta versión, por ejemplo, se hace una mención clara de la influencia de "Mundo Perdido" sobre King Kong y Jurassic Park:



Edgar Rice Burroughs, famoso por sus novelas de Tarzán y la saga de John Carter y la Princesa de Marte, escribió su propia versión del tema en "La Tierra Olvidada por el Tiempo", que no se adaptó al cine hasta 1975:




En el relato corto "El Ruido de un Trueno" de Ray Bradbury (famoso por su novela "Fahrenheit 451") los expedicionarios viajan al pasado en el que realmente vivieron los dinosaurios. Se trata de ociosos millonarios del año 2055 que se entretienen cazando a los grandes saurios por diversión, con consecuencias catastróficas.



El relato ha sido llevado recientemente (2005) al cine por Peter Hyams, director de "2010 Odisea Dos":



El tema del 'mundo perdido' ha sido explotado también en películas de animación recientes. En Ice Age 2, los protagonistas encuentran una oquedad en el hielo que les lleva a un área donde los dinosaurios han sobrevivido a su extinción masiva:


En "Lluvia de Albóndigas 2" la expedición regresa a la isla para encontrarse con seres vivos 'monstruosos' que no son otra cosa que versiones 'animalizadas' de los comestibles gigantes creados en la primera parte. Está llena de referencias al género.


Paraísos soñados


Las islas lejanas y los mundos ocultos a sus contemporáneos no sirven únicamente de marco para leyendas míticas y criaturas del pasado, sino también para sociedades alternativas en las que los autores reflejan su propuesta de un mundo ideal, o quizás no tan ideal.

La historia que dio lugar a todo este subgénero literario y filosófico fue la Utopía de Tomas Moro, publicada en 1516, cuyo título completo es "Libro del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía". En esta obra, 'Utopía' es tan solo el nombre de la isla ficticia, y podría traducirse por "Ningún lugar". Su significado genérico como propuesta de sociedad o mundo ideal fue adquirido posteriormente.




La escritura de Utopía fue influida por los descubrimientos y los relatos del Nuevo Mundo, y la idea de que quizás el continente americano pudiera construirse una sociedad mejor, convirtiéndose en una nueva Atlántida de inspiración casi siempre religiosa.


En 1626, Francis Bacon publica precisamente una novela utópica con el título de La Nueva Atlántida. Se trata seguramente de la primera utopía en la cual el conocimiento científico y tecnológico tiene un papel esencial.



También en el siglo XVII, Cyrano de Bergerac (que a pesar de lo que pudiera parecer en las versiones literarias y cinematográficas de su vida, fue un personaje real), escribió El Otro Mundo, una trilogía de viajes fantásticos a la Luna, el Sol y las estrellas. De Bergerac combinó la sátira, la ciencia-ficción y la utopía como otros autores antes y después de él: como una forma de criticar la sociedad de su tiempo y exponer su propia visión de lo que debería ser un mundo ideal.



Jonathan Swift, autor de los Viajes de Gulliver en 1726, fue otro maestro de la sátira social a través de la fantasía. En el último de los viajes del marino Gulliver, este llega a la isla de los Houyhnhnms, donde Swift describe una bella utopía en la que los seres avanzados resultan ser caballos. Seguramente Swift los encontraba más racionales e inteligentes que muchos de sus contemporáneos.




Curiosamente este último viaje de Gulliver es omitido sistemáticamente en todas las adaptaciones cinematográficas, basadas en una estrecha visión de las historias de Swift como cuentos infantiles.

H.G. Wells, el maestro y pionero de la ciencia-ficción, desarrolló sus ideas utópicas en tres libros: Una Utopía Moderna (1905), El Mundo Liberado (1914) y Hombres como Dioses (1923). Sus ideas están llenas de optimismo en la tecnología y la evolución social del hombre, postulando un gobierno planetario y (influido por las ideas malthusianas y darwinistas de la época) diferentes formas de control y mejora de la población.




Uno de los lugares utópicos por excelencia es Sangri-La, creado en la novela Horizontes Perdidos (1933) escrita por James Hilton y adaptada en una película de 1937, a partir de la tradición mitológica de Shambala.



Sangri-La es un valle recluido en medio del Himalaya, una tierra de felicidad permanente, aislada del mundo exterior. En la novela, las personas que viven en Shangri-La son casi inmortales, por lo que aventureros y exploradores han estado buscando ese paraíso perdido, hasta que un grupo finalmente consigue hallarlo.



Entre los temas principales del libro destaca la alusión a una guerra de proporciones catastróficas que pudiera destruir toda la civilización, por lo que el Gran Lama fundó Shangri-La como refugio y salvaguarda del conocimiento, un punto de partida similar a la saga de las Fundaciones de Isaac Asimov con la creación de la primera Fundación en Términus.


También son evidentes los paralelismos (aunque desconozco si son conscientes) entre Shambala/Sangri-La y el Rivendel de Tolkien, otro oculto valle que sirve de refugio en un mundo convulso y también actúa como fuerza para su pacificación:


Otro autor que exploró desde diversos puntos de vista los mundos utópicos fue Aldous Huxley. Entre sus obras la más conocida es Un Mundo Feliz, que comenzó imaginada por él mismo como un mundo ideal para evolucionar hacia una de las más famosas distopías.

En La Isla (1962) Huxley apuesta más claramente por la posibilidad de la utopía, combinando la tecnología moderna y el misticismo oriental para conseguir un equilibrio que permitiera responder a las necesidades materiales y espirituales de la humanidad. Ninguna relación, de ningún tipo, con la distópica película homónima de Michael 'Transformer' Bay.



Una versión moderna de las ideas utópicas en ciencia-ficción estaría representada por la novela Ecotopía (1975) de Ernest Callenbach, en la que los estados norteamericanos de la costa oeste han formado su propio país sobre principios ecologistas, aunque no todo es bueno...


Esta dualidad irresoluble entre utopía y distopía es típica de la ciencia-ficción tras los años 60, y tiene otro ejemplo notable en La Barrera Santaroga (1968) de Frank Herbert, el autor de Dune, quizás influido por el desarrollo de las comunas hippies y otros experimentos sociales e ideológicos de la época.


El protagonista, como siempre, llega del mundo 'normal' al aislado reducto de Santaroga, en los Estados Unidos. En este caso el aislamiento no es físico (aunque en la ciudad hay poderes que pueden impedir la salida) sino cultural. Los habitantes de Santaroga han decidido crear una comunidad en la que no penetren ciertos vicios y enfermedades espirituales del mundo exterior, pero ¿no habrán creado así un mundo que suprime la libertad y la evolución natural de la humanidad?


Para terminar, si os interesa el tema de los lugares legendarios, hay un libro reciente de Umberto Eco que desarrolla lujosamente ese asunto:



Nos vemos en la próxima,

    Salvador